Salen por la boca, desparramadas, azules y violentas, rojas y tiernas, verdes carnosas imprudentes, salen por tus labios, de tu mente de caracol nocturno, se escuchan en tus audios, se leen en tus notas como hojas de un árbol centelleante que busca la luz más ósea.
Escapan y en los ojos, oídos, pecho del otro se convierten en otro ser, algo nuevo que vuela y rasca las paredes del salón. Das sorbitos al té verde y te das cuenta de que las palabras son un algo no consumado, versátil como una iguana que además de caprichosa es escurridiza.
Tener una idea y que al escribir se vaya nadando, flotando entre las yemas de unos dedos llenos de calcio. Tener una idea y no nombrarla para que no huya. Tener una idea y descartarla buscando la cosecha más roja.
Mirar cualquier cosa como si fuera la primera vez, con el extrañamiento de un alien.
Cualquier idea es una flor que crece crece, la atropellan, le salen dos cabezas, tres piernas y dos dientes de león, y sigue sigue hacia el sol, con varias mariposas pegadas a su alma ahora cuerpo tripartito ahora cuerpo del mundo, ese mundo bello que atropella y desata.
Escribir es saber relacionar y un escritor bastante tarado dijo una vez que los cínicos son seres monomaníacos condenados al gris. Que era mejor ser pueril y ver la vida llena de fauna y flores salvajes. Terminó diciendo “hacer la fotosíntesis con el misterio” y sonó horrible, podrido, incorrecto.
No es solo la idea, es la sonoridad y el cuerpo que la expresa.
El grano de la voz que defendía Barthes*.
Una amiga te escribe : “esta canción mejoró mi día, y eso que apenas presté atención a la letra”. Tú devuelves otra diciendo que ídem, pero que te dejó con ganas de ponerte un vestido y salir a bailar. Enseguida recuerdas la última publicación de Mónica Ojeda: “Decimos escritura = idea, claridad. Música = emoción, oscuridad". Pero el tacto de la palabra hace que la idea y la emoción se toquen (…) ¿Le estamos permitiendo a la escritura moverse en su propia noche?”.
Una araña se mece por tu ventana y llena de viscosidad la ropa tendida. Cada mañana unos pantalones, unas ideas, tu ropa interior, son amenazados por las arañas, los colibrís, el mate de los vecinos, otras palabras. Los tendiste al sol y ahora pertenecen al mundo, al erotismo del aire que todo lo mezcla.
Es un día horrible de un cinismo casi terrorista, pero tu motor borbotea alegre risueño y se escapa y se eleva y se va con sus condiciones climáticas a cualquier otra parte, capaz donde huele a beso, jazmín y los gorriones se cortejan.
Te cepillas los dientes y al final de la garganta descubres otra identidad que baila y bebe junto a las demás mientras suena “glup glup glup” “ta ta ta ta” y todas quedan como nuevas, listas para vestir. El nuevo traje de la emperatriz canta despistes como erupciones que estallan y hacen la tierra vibrar.
Cae la noche y son 4, 3, 8, 25 ideas con las que irse a dormir. Le escribes a un amigo: “Hay que descansar las cosas que no se pueden acelerar”.
Acurrucadas las dejas reposar y brotan en tus sueños en los que eres bruma, una bruja bruta, una burda pluma que no para de escribir historias. Las ideas al fin son libres de ser lo que quieran, pero no te tienen, jamás te tuvieron, existió la tinta, existió el envase, pero estabas en otro lado cuando despertaste y se hicieron espuma.
Tú, de alma ligera y desconocida para el lenguaje, recuerdas tu poema favorito de Marosa di Giorgio y te vuelves a dormir.
*: "Sentía uno que Barthes podía generar ideas acerca de cualquier cosa. De ponerlo ante una caja de cigarros, se le ocurrían una, dos, muchas ideas: un pequeño ensayo. No era cuestión de conocimiento, sino de estar alerta, una transcripción minuciosa de lo que podía pensarse acerca de algo, una vez que nadara en la corriente de su atención. Siempre había alguna fina red de clasificación en que pudiera apresarse el fenómeno. Todos sus escritos son polémicos. Pero el impulso más profundo de su temperamento no era combativo. Era celebratorio. Fue un taxonomista del júbilo y del juego más serio posible de la mente. Era irresponsable, juguetón, formalista; hacía literatura en el acto de hablar de ella" (Susan Sontag "Recordando a Barthes")
(Sobre arañas, acompañó la escritura y recordé a Lean compartiendo canciones en sus textos <3 tq)